Habíamos dormido apenas 6 horas después de la larga noche de L'Endimoniada cuando el despertador nos recordó que era hora de prepararse para la nueva cita. Tras haber disfrutado del apoyo incondicional de Ester y Óscar en el descenso de la Coscollada, me tocaba devolverles el favor acompañándoles en la cursa de las fiestas de Trinitat Vella que tenemos cerca de casa.
Me incorporé de la cama con la incógnita de saber como estarían mis piernas tras el esfuerzo: bastante bien... mucho mejor de lo esperado y sin molestias en la rodilla que tanto me hizo sufrir los últimos kilómetros de la noche anterior.
Óscar se despertó con una gran sonrisa tan pronto me acerqué a su cuna demostrando que también estaba preparado para la acción. Así que nos vestimos, cogimos el carro de carreras (alias Batmóvil) y caminamos hacia el parque de la Trinitat disfrutando del sol que comenzaba a calentar como todavía no había hecho esta primavera.
Al llegar había ya un buen ambiente con algunos corredores calentando mientras en el grupo de batucada del barrio acaba de espabilar a los que todavía tuviesen algo de sueño y dejaban hipnotizado a Óscar. Recogimos nuestros dorsales y nos ubicamos en la línea de salida ubicada justo al pie de una fuerte pendiente en el centro del parque (curiosa forma de comenzar). Como prueba popular y 'de barrio', los escasos 80-100 participantes que nos agrupábamos tras la línea de comienzo éramos bastante variados: algunos de bastante nivel, algunos bastante populares, muchos niños y adolescentes y algún que otro carrito entre los que me catalogaba yo.
Un miembro de la organización, se colocó a media cuesta y megáfono en mano, dió comienzo a la prueba. Los más 'pro' tomaron rápidamente la delantera y se perdieron en la distancia, Buena Suerte. Justo detrás de ellos, salieron a ritmo endiablado los niños/adolescentes como pollos sin cabeza... aunque a algunos de ellos les explotó la cabeza antes de llegar a coronar la subida de apenas 30 metros. Nosotros conseguimos ubicarnos tras ellos salvando el grupo de personas mayores que iban cerrando el grupo.
La idea era clara: acompañar a Ester, a su ritmo. Bueno, esa era la teoría, y así fue durante el primer kilómetro y pico. Pero poco después de abandonar el parque y transitamos la zona más toboganera del barrio, Ester empezó a notar el esfuerzo de los desniveles... y tuve que ponerme en modo Sargento de Hierro :).
Conforme avanzábamos por las continuas subidas y bajadas, me puse delante suyo para ir marcándole el ritmo mientras le animaba a continuar sin parar. La verdad es que se exprimió al máximo y aunque en algún tramo tuvo que caminar un poco, lo hizo realmente bieno. Ya solo nos faltaba el último kilómetro de vuelta al parque.
Llegando a la línea de meta mucha gente nos animaba desde los bares y plazas, pero Ester tenía toda la cara colorada y solo se esforzaba en continuar hasta meta. Tras volver a rodear el parque cruzamos los 5,6k de la prueba en algo menos de 36'. Muy bien hecho mi amor! También hay que hacer mención especial a Óscar, que se comportó de manera impecable durante toda la prueba, sin quejarse ni un momento mientras comía galletas... somos un equipo perfecto :).
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