Con
Óscar ingresado por una infección de orina y tras una semana bastante dura
entre horas de hospital y viajes por trabajo, mi motivación para ir a correr
los 30K de la Maratest estaban bajo mínimos. Aún y así, la insistencia de Ester
y el ver que Óscar ya estaba muy animado me convencieron para al menos hacer
acto de presencia y no tirar a la basura los 20€ de la inscripción.
Llegué
bastante temprano al parking del Màgic Badalona, con lo que aparqué fácilmente y
pude ir a desayunar tranquilamente antes de encontrarme con los Vigías y
algunos compañeros de mi trabajo que también venían en la fase final de nuestra
preparación para la maratón que se acerca de forma inminente. Tras los saludos
y algunas fotos, hicimos algo de trote antes de comenzar: me encontraba muy
cansado, pero obviamente fresco de piernas tras una semana prácticamente sin
entrenamientos.
Sin
demasiado tiempo para estirar y habiendo saludado a muchos corredores conocidos
(lo cual es siempre una alegría), me dirigí a la salida junto con mi compañero
de trabajo Fran que sería previsiblemente mi acompañante durante gran parte de
la prueba ya que habíamos fijado un ritmo de 5’30”/km al menos hasta el 20K.
Se
dio la salida poco después de las 9am y a pesar que la temperatura no era
todavía alta, el sol y el cielo raso hacían presagiar que la segunda parte
pasaríamos calor. La idea era salir tranquilos para en la segunda mitad de la
carrera que cada uno impusiera su ritmo… en mi caso tenía claro que sería
ritmo-supervivencia.
Los
primeros kms fueron cayendo bastante cómodamente aunque el ritmo estaba más
sobre los 5’15” que en lo marcado inicialmente, debido sobre todo a la marea de
corredores que te lleva y a la predisposición de Fran a correr más de la cuenta
(por eso lo llamo, el Potrillo J). Con esto, hicimos el
primer 5K en 26’50” para llegar al paseo marítimo de Badalona.
Poco
después comenzamos un tramo de doble sentido donde nos cruzábamos con los
corredores que lideraban la prueba. Nos entretuvimos bastante animando a los Vigías
y conocidos que íbamos viendo, y completamos los 10K iniciales en algo más de
53’.
De
vuelta sobre nuestro pasos, volvimos a entrar en Badalona, esta vez para
callejear por la zona centro antes de volver en dirección al Pabellón Olímpico
desde donde habíamos salido inicialmente para completar la primera vuelta en 1h20’,
con más de 2 minutos de adelanto sobre lo previsto. Comenté a Fran que era
momento de dosificar un poco para guardar algo de cara al tramo final de la
prueba y estuvo de acuerdo… sin embargo, llegamos al 20K con un parcial de 26’52”
en el último 5K que seguía por encima de lo previsto… está claro que nos
costaba fijar ritmo y yo tenía claro que me pasaría factura.
Poco
después del avituallamiento del 20K, Fran necesitaba evacuar y me dijo que
ahora me pillaba, ok! Continué un poco más despacio para esperarle, pero de
repente me dio un apretón de campeonato!... necesitaba un lavabo urgente… miré
a mi alrededor y vi un club náutico, sin pensarlo corrí hacia el interior sin
mirar a los lados y entré por un pasillo lleno de vestuarios hasta que encontré
el tesoro que buscaba. Qué alegría más grande!
Volví
a la carrera habiendo perdido algunos minutos y algunos gramos de carga, pero
con una cara de felicidad notable. Me faltaban 9K y en ese momento tenía claro
que los podría superar relativamente bien… Sin embargo, una reacción inesperada
me hizo consciente de que podía aumentar el ritmo, nada de 5’30”, haría los
últimos 9K por debajo de 5’, y me sentía seguro de poder y disfrutando de cada
metro que avanzaba. Además, el aumento de ritmo unido a los minutos perdidos en
la parada técnica, me permitieron adelantar a muchos corredores, lo cual sin
ser el propósito siempre te da un plus de energía.
Poco
antes del 25K ya había enlazado algunos parciales por debajo de 4’50” y sin
esperarlo, me encontré con Fran. Se había tomado el gel y la había sentado
bastante mal teniendo que parar. Me animó a seguir mientras se recuperaba y
seguí adelante.
Tras
volver a entrar a Badalona, ya quedaba poco y seguí exprimiendo la máquina para
no perder ritmo a pesar que las piernas ya empezaban a quejarse un poco. Quería
ver todo lo que podía dar, pero también dedicarle a Óscar el esfuerzo.
Al
final crucé la meta en 2’41’03” con la satisfacción de estar bastante por
encima de mis expectativas iniciales, pero con los gemelos casi en la nuca.
Tras saludar a algunos Vigías que esperaban en meta y ver como Fran llegaba
sabiendo sufrir los últimos kilómetros, me marché de nuevo a Vall d’Hebrón para
volver a estar con mi nene que me recibió con una gran sonrisa y un
superabrazo. Sin duda el mejor premio del día.
A
tres semanas de la maratón, es la primera vez que tengo buenas sensaciones en
poder conseguir el reto. Ahora, con Óscar ya en casa, tengo que poner el resto
para lograrlo. A entrenar!